lunes, 19 de abril de 2010

LEYENDO MOISÉS Y LA RELIGIÓN MONOTEISTA

A. CULTURILLA BÁSICA:
Moisés es un legendario profeta para el judaísmo, el cristianismo y el islam. Según la Biblia era hijo de Amram y su mujer Iojebed. Es definido por la Torá (el texto sagrado del judaísmo) como el hombre encomendado por el Dios Hashem (Yahvé) para liberar al bíblico pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y como su máximo profeta y legislador.
Hagiografía de Moisés según la tradición:La Torá narra como Moisés lideró junto a su hermano Aarón la salida de los hebreos de Egipto y recibió la Torá de manos del Dios Yahvé —tras haberle sido dictada por inspiración divina— en el monte Sinaí.
La Torá comprende la historia de la vida de Moisés y de su pueblo hasta su muerte a la edad de 120 años, que según algunos cálculos exegéticos tuvo lugar en el año judío de 2488, que equivale a 1272 a. C.
El nacimiento de Moisés ocurrió en circunstancias en las cuales el monarca egipcio de la época había ordenado que todos los niños varones que tuviesen los esclavos hebreos fueran arrojados al Nilo. La Torá no especifica la identidad de este faraón, algunos historiadores creen que pudo ser Ramsés II, aunque también se han sugerido otros faraones. Iojebed, tía paterna (y esposa) del levita hebreo Amram, dio a luz a un hijo varón al que, según el Talmud, llamó Iekutiel, y le mantuvo escondido durante tres meses. Cuando no pudo mantenerlo oculto durante más tiempo, en lugar de entregarlo a los soldados egipcios lo colocó a la deriva del Nilo en una pequeña cesta embadurnada con barro en su interior y brea en el exterior, para hacerla impermeable. La hija del faraón, llamada Batía en el Talmud, descubrió al bebé, lo adoptó como su hijo, y lo llamó Moisés.

B. TEXTO DE FREUD:
I. MOISÉS EGIPCIO
  • Privar a un pueblo del hombre que considera el más grande de sus hijos no es empresa que se acometerá de buen grado o con ligereza, tanto más cuanto uno mismo forma parte de ese pueblo. Ningún escrúpulo, sin embargo, podrá inducirnos a eludir la verdad en favor de pretendidos intereses nacionales, y, por otra parte, cabe esperar que el examen de los hechos desnudos de un problema redundará en beneficio de su comprensión.
  • Si concedemos alguna importancia al problema de la nacionalidad de este gran hombre, sin duda convendrá aducir nuevo material que facilite su solución. He aquí el objeto de mi breve ensayo. Su pretensión a tener cabida en la revista Imago se basa en que su tema es una aplicación del psicoanálisis.
  • Lo primero que atrae nuestro interés en la persona de Moisés es precisamente su nombre.
  • Desde hace mucho tiempo y por diversos conductos se ha expresado la presunción de que el nombre Moisés procedería del léxico egipcio
  • Cabría esperar que alguno de los muchos autores que reconocieron el origen egipcio del nombre de Moisés también llegase a la conclusión -o por lo menos planteara la posibilidad- de que el propio portador de un nombre egipcio fuese a su vez egipcio"
  • No podemos establecer con seguridad qué obstáculos se opusieron a tan justificada deducción. Quizá fuese insuperable el respeto ante la tradición bíblica; quizá pareciera demasiado monstruosa la idea de que el hombre Moisés hubiese sido otra cosa, sino un hebreo.
  • Casi todos los pueblos civilizados importantes... ensalzaron precozmente, en creaciones poéticas y leyendas, a sus héroes. [...] Especialmente las historias de nacimiento y juventud de estos personajes fueron adornadas con rasgos fantásticos, cuya similitud -y aun a veces su concordancia textual- en pueblos distintos, algunos distanciados y completamente independientes entre sí, se conoce desde hace tiempo y ha llamado la atenció de muchos investigadores.
  • Mito del nacimiento del héroe: Su concepción es precedida por dificultades; Durante el embarazo, o aun antes, ocurre un anuncio (sueño, oráculo) que advierte contra su nacimiento, amenazando por lo general la seguridad del padre; En consecuencia, el niño recién nacido es condenado, casi siempre por el padre o por el personaje que lo representa, a ser muerto o abandonado; de ordinario se lo abandona a las aguas en una caja. »Luego es salvado por animales o por gente humilde (pastores) y amamantado por un animal hembra o por una mujer de baja alcurnia. »Ya hombre, vuelve a encontrar a sus nobles padres por caminos muy azarosos; se venga de su padre y, además, es reconocido, alcanzando grandeza y gloria.
  • La fuente última de toda ésta fábula se halla en la denominada «novela familiar» del niño, por medio de la cual el hijo reacciona ante las modificaciones de su vinculación afectiva con los primogenitores, especialmente con el padre. Los primeros años de la infancia están dominados por una grandiosa supervaloración del padre, de acuerdo con la cual los reyes y las reinas de los cuentos y los sueños representan siempre a los padres; más tarde, en cambio bajo la influencia de la rivalidad y de las frustraciones reales, comienza el desprendimiento de los progenitores y aparece una actitud crítica frente al padre. En consecuencia, las dos familias del mito, la ilustre tanto como la humilde, son imágenes de la propia familia, tal como se le presenta al niño en períodos sucesivos de su vida.
  • Muy distinto es el caso de Moisés. La primera familia, generalmente la noble, es aquí bastante modesta: Moisés es hijo de judíos levitas. La segunda, en cambio, la familia humilde en la cual suele criarse el héroe, está sustituida, aquí por la casa real de Egipto: la princesa lo cría como hijo propio. Muchos estudiosos se extrañaron ante ésta discrepancia de la leyenda típica.
  • El mito de Moisés está muy lejos de cumplir sus propósitos secretos. Si Moisés no es convertido en hijo de reyes, la leyenda no puede proclamarlo héroe; si lo deja como hijo de judíos, nada habrá hecho para encumbrarlo.
  • Volvamos a las dos familias del mito. Sabemos que en el plano de la interpretación analítica ambas son idénticas, mientras que en el plano mitológico se diferencian en una noble y otra humilde. Pero tratándose de un personaje histórico al cual se ha proyectado el mito, existe aún otro, un tercer plano: el de la realidad. En tal caso, una de las familias habría existido en la realidad: aquella en la cual el personaje, el gran hombre, efectivamente nació y se crió; la otra, en cambio, sería ficticia, creada por el mito para cumplir sus fines propios. Por lo general, la familia que realmente existió es la humilde, mientras que la ficticia es la noble. En el caso de Moisés, algo parecía discrepar de ésta norma; pero ahora podemos aclarar la situación mediante un nuevo punto de vista: En todos los casos a nuestro alcance, la primera familia, aquella que abandona al niño, es la ficticia; la segunda, en cambio, la que lo recoge y lo cría, es la verdadera. Si nos atrevemos a conceder vigencia general a ésta regla, sometiéndole también la leyenda de Moisés, advertiremos de pronto con toda claridad: Moisés es un egipcio, probablemente noble, que merced a la leyenda ha de ser convertido en judío. ¡He aquí, pues, nuestro resultado!
  • ¿Por qué he publicado, en principio, éste estudio, si no nos proporciona mayor certidumbre? Lamento que tampoco mi justificación pase de algunas meras alusiones. Pero el caso es que creo que si nos dejamos llevar por los dos argumentos aquí mencionados y si tratamos de aceptar seriamente la hipótesis de que Moisés era un noble egipcio, entonces se nos abrirán perspectivas muy vastas e interesantes. Con ayuda de ciertas y no muy lejanas suposiciones, creemos comprender los motivos que animaron a Moisés en su extraordinaria decisión; además, en estrecha relación con ellos, podremos concebir el posible fundamento de numerosas características y particularidades de la legislación y la religión que él dio al pueblo judío; por fin, aún lograremos conceptos fundamentales sobre el origen de las religiones monoteístas en general.
II. SI MOISÉS ERA EGIPCIO...
  • (Apunte epistemológico, recuerda que trabajamos con verosimilitudes, no con verdades:) Ni la más seductora verosimilitud puede protegernos contra el error; aunque todos los elementos de un problema parezcan ordenarse como las piezas de un rompecabezas, habremos de recordar que lo verosímil no es necesariamente cierto, ni la verdad siempre es verosímil.
  • (Objeciones a la hipótesis que finalmente la apoyan: )
  • 1. Cuando un pueblo o una tribu se dispone a una gran empresa, cabe esperar que uno de sus miembros se erija en jefe o sea elegido para ésta función. Pero no es fácil conjeturar qué puede haber inducido a un encumbrado egipcio -príncipe quizá, sacerdote o alto funcionario- a encabezar una horda de inmigrantes extranjeros, culturalmente inferiores, para abandonar con ellos su país.
  • 2. La circunstancia del tajante antagonismo entre la religión atribuida a Moisés y la egipcia: Monoteismo estricto<>Politeismo inabarcable // Prohibición de representar la imagen de Dios<>Insaciable afán de representar a los dioses en arcilla // Completa renuncia a la inmortalidad<> Minuciosas precauciones para negar la existencia de la muerte, etc. -> Si alguien pretende influir sobre la religión de otro, ¿por ventura no es lo más natural que comience por convertirlo a su propia religión ?
  • (Resuelve:) Se tiene a veces la impresión de que la antítesis entre la religión mosaica y la egipcia habría sido voluntaria y deliberadamente agudizada...
  • Un hecho extraño en la historia de la religión egipcia, un hecho que sólo llegó a ser reconocido y apreciado en una época relativamente reciente, nos abre una nueva e inesperada perspectiva. Gracias a ella subsiste la posibilidad de que la religión que Moisés dio a su pueblo judío fuese, pese a todo, una religión egipcia, aunque no la religión egipcia. Durante la gloriosa dinastía XVIII, bajo cuya égida Egipto llegó a ser por vez primera una potencia mundial, ascendió al trono, por el año 1375 a. J. C., un joven faraón que primero se llamó Amenhotep IV, como su padre, pero que más tarde cambió de nombre. Este rey se propuso imponer a sus egipcios una nueva religión, una religión contraria a sus tradiciones milenarias y a todas sus maneras familiares de vivir. Tratábase de un rígido monoteísmo la primera tentativa de esta clase emprendida en la historia de la humanidad.
  • Ahora nos aventuramos a formular la siguiente conclusión: si Moisés era egipcio y si transmitió a los judíos su propia religión, entonces ésta fue la de Ikhnaton, la religión de Aton.
  • La concordancia de la religión judía con la de Aton en este punto fundamental es el primer argumento sólido en favor de nuestra tesis; y vamos a ver que no es el único.
  • Moisés no sólo dio a los judíos una nueva religión; también puede afirmarse con idéntica certidumbre que introdujo entre ellos la costumbre de la circuncisión.
  • Al preguntarnos de dónde les llegó a los judíos la costumbre de la circuncisión, tendremos que seguir contestándonos: de Egipto. Heródoto, el «padre de la Historia», nos informa que la costumbre de la circuncisión existía en Egipto desde mucho tiempo atrás, y sus palabras han sido confirmadas por los exámenes de momias y aún por las figuras murales de las sepulturas.
  • Si Moisés, además de dar a los judíos una nueva religión, les impuso el precepto de la circuncisión, entonces no era judío, sino egipcio .
  • Hemos comprobado que nuestra hipótesis de que Moisés no era judío, sino egipcio, crea un nuevo problema, pues sus actos, que parecían fácilmente comprensibles en un judío, se tornan inconcebibles en un egipcio. Pero si situamos a Moisés en la época de Ikhnaton y lo relacionamos con éste faraón, desaparece dicho enigma y surge la posibilidad de una motivación que resolverá todos nuestros problemas. Partamos de la premisa de que Moisés era un hombre encumbrado y de noble alcurnia, quizá hasta un miembro de la casa real, como afirma el mito. Seguramente tenía plena consciencia de sus grandes dotes, era ambicioso y emprendedor; quizá soñara con dirigir algún día a su pueblo, con gobernar el reino. Muy estrechamente vinculado al faraón, era un decidido prosélito del nuevo culto, cuyas ideas fundamentales habría hecho suyas. Al morir el rey y al comenzar la reacción vio destruidas todas sus esperanzas y sus perspectivas; si no quería abjurar de sus convicciones más caras, Egipto ya nada tenía que ofrecerle: había perdido su patria. En tal trance halló un recurso extraordinario. lkhnaton, el soñador, se había extrañado a su pueblo y había dejado desmembrarse su imperio. Con su naturaleza enérgica, Moisés forjó el plan de fundar un nuevo imperio, de hallar un nuevo pueblo al cual pudiera dar, para rendirle culto, la religión desdeñada por Egipto. Como vemos, era un heroico intento de oponerse al destino, de resarcirse doblemente por las pérdidas que le trajo la catástrofe de Ikhnaton. Moisés quizá fuera por esa época gobernador de aquella provincia limítrofe (Gosen) en la que (¿ya en tiempos de los hicsos?) se habían radicado ciertas tribus semitas. A éstas las eligió como su nuevo pueblo. ¡Decisión crucial en la historia humana!
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C. MI LECTURA (KEPA):
Este texto nos muestra el concepto del pasado móvil. Lo que hace con el pasado no es reconstruirlo sino construirlo. Al mostrarnos cómo se construye un pasado, nos hace comprender que el pasado es una construcción.
Yo creo que aquí reflexiona sobre qué es el pasado móvil, o el tiempo del futuro anterior: "Ni la más seductora verosimilitud puede protegernos contra el error; aunque todos los elementos de un problema parezcan ordenarse como las piezas de un rompecabezas, habremos de recordar que lo probable no es necesariamente cierto, ni la verdad siempre es probable. Por fin, no nos tienta el ser incluidos entre los escolásticos y talmudistas que se deleitan en hacer jugar su perspicacia sin importarles cuán remotas de la realidad pueden ser sus afirmaciones". Que creo que quiere decir, que el tiempo del pasado anterior no quiere decir que se pueda asegurar que halla sido así, ni quiere decir que el pasado pueda ser cualquier cosa que uno se invente. Está diciendo que lo que trae es un nuevo concepto de pasado, un nuevo concepto de verdad, que es lo que va a desarrollar en este texto.